jueves, 24 de abril de 2008

Píldora del Día Después... Mucho más que una discusión

El conflicto entre partidarios y detractores de la píldora del día después (Postinor) se trasladó el martes a las calles de Santiago, cuando ambos grupos se organizaron para manifestar su opinión sobre el fallo constitucional que prohíbe la distribución del fármaco. Las marchas comenzaron a las doce del dia, cuando el sector pro vida se congregó frente al Ministerio de Salud para expresarle a la titular de la cartera su rechazo al anticonceptivo de emergencia. La convocatoria de esta movilización fue de mil personas. Un grupo importante, si bien no masivo.

A las siete de la tarde fue el turno de la contraparte de la postura referida. Miles de jóvenes, adultos e incluso niños llegaron hasta Plaza Italia, con el objeto de dirigirse a La Moneda, donde protestarían por la decisión del Tribunal. Quinceañeras embarazadas fueron utilizadas como símbolo de lo que ellos llamaron “represión” y “trato infantil”. La turba exigía su “derecho a decidir” a gritos, esgrimiendo acalorados argumentos. La manifestación tuvo como aditivo bailes, cantos y manifestaciones artísticas, además de la presencia de personalidades del mundo político y del espectáculo. Sin duda, se trató de un evento bastante más colorido y popular que el anteriormente nombrado, al menos en cuanto a forma. Un producto bien tratado, en lo que respecta a propaganda.

Este debate – uno de los más apasionados de los últimos tiempos -, surge a partir de la duda científica sobre si la droga levonorgestrel (base del cuestionado anticonceptivo) es abortiva, al impedir la implantación del cigoto en el útero materno. Sus detractores afirman que sí lo es, por cuanto la vida humana comienza en el momento mismo del encuentro entre óvulo y espermatozoide. Quienes defienden la acción de la píldora, señalan que se puede hablar de un embrión cuando ya han transcurrido varias semanas de embarazo.

Se trata de un tema complejo, por las diversas aristas que posee. A saber: la Constitución Política de la República asegura en su artículo 19 “el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de las personas”. El inciso 2 precisa que “La ley protege la vida del que está por nacer”. Si tomamos como premisa el que la persona humana está presente en el óvulo fecundado, en anticonceptivo de emergencia es a todas luces abortivo. Así es como lo pensaron los miembros del Tribunal Constitucional, que optó por detener su comercialización.

No sólo la píldora es cuestionada por interrumpir un potencial embarazo – al no permitir la anidación del huevo en la matriz – sino también el dispositivo intrauterino. La utilización de este método ha quedado en las sombras con la controversia generada por el levonorgestrel, siendo que su posibilidad de producir aborto es aún mayor que la de la cuestionada píldora. Este método anticonceptivo, también conocido como “T de cobre”, aumenta la posibilidad de sufrir embarazos ectópicos y actúa de forma similar al Postinor. Sin embargo, la medida de las autoridades no ha afectado la venta y distribución de este dispositivo. Preocupa entonces, la dicotomía de una medida que de ser aplicada, debiese ser aplicable para todo.

Otro tema discutible radica en la falacia de hablar del “Derecho a decidir”. Si efectivamente la píldora fuese abortiva, hablamos del asesinato de un ser humano en potencia. ¿Tenemos los ciudadanos de una nación, no importa cuál sea, el derecho a decidir sobre la vida de otra persona? La respuesta que nos darían los derechos humanos y de la gran mayoría de los países del orbe, sería negativa.

Los defensores del levonorgestrel también arguyen el término de la pobreza en el país. Una madre de escasos recursos, al mantener a un solo hijo, puede darle un porvenir más auspicioso y una mayor calidad de vida. Sin embargo, ¿la creación de un subsidio a los estratos más vulnerables no sería una solución más integral a este problema? O en su defecto, ¿no existen otros métodos contraceptivos que no están bajo cuestionamiento? ¿Por qué, entonces, no fomentar el uso de estos métodos? ¿Por qué no difundirlos, ni facilitar el acceso de la población a ellos?

En Europa las autoridades están preocupadas por las bajas tasas de natalidad registradas en los últimos años. La situación ha ameritado la creación de políticas públicas tendientes a incentivar la maternidad entre las nórdicas. Esto, ya que en no pocos años, la población experimentará un envejecimiento progresivo. La fuerza laboral estará concentrada en muy pocas manos, que deberán financiar a los adultos mayores – capital social evidentemente pasivo -. Es una realidad que se ve reflejada en que la oferta comercial a la tercera edad ya se está incrementando, porque constituye un target amplio. Y es un grave problema que tal vez Chile no ha sabido dimensionar ¿Estamos preparados? ¿Es posible darse el lujo de desechar la llegada de una población más joven, que representa una inversión a futuro? Lo que necesita la sociedad actual no es descartar: es educar.

Aunque sin duda, lo más controversial del tema radica en lo siguiente: hace un par de años, los diputados René Alinco y Marco Enríquez Ominami presentaron como proyecto la legalización del aborto hasta la edad gestacional de dos meses. La iniciativa no encontró eco, ya que el concepto de aborto, como tal, está demonizado. La pregunta es, ¿no será la píldora el mismo término, pero maquillado, de manera tal que suene progresista? El discurso de la libertad de decisión sobre el cuerpo y la feminidad, ¿no es aplicable al aborto propiamente tal? Vale decir, este acto ya sin discusión ética. Cuando el embrión es embrión y nadie tiene dudas respecto a esta calidad. ¿No será la píldora la antesala al aborto? Una legalización aclamada por las masas… Pero, ¿es la voz de las masas la de la razón? ¿O es el eco de un idea sin digestión? Cabe replantearse hacia dónde va nuestra sociedad. Y el de la píldora del día después es un primer punto. Y por cierto, un punto no menor.

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